LADRIDOS

Por mucho que hablara no me entendían;
por más que dialogara no convencía;
por mas que gritara no me escuchaban.
Eran insensibles autómatas sin alma.
Mis perros tienen más humanidad que ellos.
Me eché a ladrar.

ZINIAS

Un rincón de zinias
fertilizado por nuestros besos;
moradas, blancas y rosas,
zinias apasionadas
derramándose desde el tiesto en busca de raíces firmes.

Como nuestros deseos contenidos
escarban el surco de tierra donde abonarse,
donde agarrarse con las ramas proscritas.


Vi 18jun10

TALVEZ

No me creerás

pero tus ojos me persiguen
cuando estoy dormida
y cuando estoy lejos
y cuando es de noche
y cuando es de día
y cuando llueve y truena
y cuando el silencio cae rendido.

Tus ojos se quedaron prendidos en mi persona
como alfileres de gloria
el día aquél que te hice mío
y me hiciste tuya.
Siempre es la primera vez entre nosotros.
Tal vez parezca exagerado
pero los años pasados juntos lo atestiguan.
Los ojos no mienten.

EL SECRETO

Quisiéramos frenarlo y no podemos
porque la pasión nos amarra.
No somos libres pero
no haremos daño si el secreto
permanece entre ambos.
Nadie resultará herido
por esta historia adúltera.

No tenemos que involucrar sentimientos,
tan solo nuestros cuerpos que se acercan
al límite del placer prohibido.
Somos infieles pero respetamos el amor,
es tan solo cuestión de pasión.
Nuestro secreto,
el mejor guardado del universo,
el que nos encadena con eslabones de deseo
y el que nos esclaviza con el erotismo.
¡Quién pudiera dejarlo!
Es tan adictivo como la más dura droga.
Y la ansiedad por vernos se hace más intensa
cuantos más inconvenientes encontramos.
Y me lo creo
y nos lo creemos:
a nadie hacemos daño

LA ÚLTIMA FRONTERA

Donde el mundo se acaba
mas allá de la última frontera de los mapas
jamás hubo
monstruos aterradores
ni sirenas seductoras
ni laberintos de azúcar

ni brujas narigudas

ni tentáculos gigantes

ni lámparas maravillosas

ni unicornios azules.

Ulises lo descubrió:
más allá del mundo

es donde anidan los sueños.

Prisionera del tiempo

Se escapan los segundos cuesta abajo
en el tobogán de la mañana.
Las horas se me han escurrido

presurosas entre los dedos
...y estoy aquí
atrapando el sol
con la red de mis palabras,
evitando que camine
hacia el ocaso.

¡Vano intento!

Nadie detiene al tiempo