
En ese diminuto resplandor de tiempo
quisiera mecerme eternamente,
en la fugacidad de tu mirada seductora,
en tus labios anhelantes sobre mi boca.
Son instantes
que quisiera capturar eternamente,
instantes fugaces
instantes fugaces
que trepan a mis sentidos
y se quedan en mi durante días.
Como el fuego de tus ojos
encendiendo mis deseos,
como la premura de tus dedos
recorriendo mis arenas,
como la lentitud de tu lengua
abriendo sendas,
como el agua que destilan nuestras pieles,
como el gemido de tu voz
apasionando mis células,
como el goce que nos atrapa
como el goce que nos atrapa
entre mi vientre y tu espalda,
como las palabras que confesamos
como las palabras que confesamos
entre susurros de placer:
¡Te quiero!