
Ha pasado la cena de Nochebuena
y el día de Navidad.
Una vez transcurridas me permito relajarme.
Ha sido un hercúleo trabajo
tanto físico como mental como espiritual
para tenerlo todo dispuesto y a todos contentos
en estas reuniones familiares.
Suspiro con alivio, la verdad.
Ha resultado perfecto, creo,
hemos estado a gusto y hemos comido bien.
La tensión de los días pasados
se ha cobrado su cuota
y hoy ando con el estómago destrozado,
tanto por el exceso de comida
como por la saturación nerviosa.
Pero, como recuento final de votos alegóricos,
el resultado es de suma y sigue.
Si, estoy satisfecha.