Desde siempre, me recuerdo con un libro entre las manos.
La lectura ha sido una costumbre cotidiana
y no ha habido semana, mes o año
en que no estuviera inmersa en las páginas de un libro.
Me han preguntado muchas veces por qué me gusta leer.
Leo para aprender, para conocer lugares lejanos y cercanos,
reales y fantásticos, para vivir increíbles aventuras,
resolver enigmas, descifrar emblemas, soñar con lo imposible,
reírme de los demás y de mí misma,
llorar y emocionarme,
bucear en las aguas abismales de la psicología humana
y volar lejos con las alas de la imaginación.
Y leo porque soy feliz cuando leo.
jueves, 28 de noviembre de 2013
lunes, 25 de noviembre de 2013
Juventud, divino tesoro
Esta mañana de domingo en mi playa levantina,
con la descarnada claridad solar,
he contemplado ante el espejo
las arrugas de mi cara.
Estúpido ejercicio
puesto que por más que las he mirado
no se han marchado,
han venido con los años
para quedarse
y forman el mapa de mi tiempo.
Para consolarme de lo que no tiene remedio,
me he echado en brazos de Rubén Darío,
mi lenitivo para lesiones espirituales,
heridas del alma y fractura de sueños.
Es lo que tienen los poetas,
que igual serenan un mal de amores
que ningunean una desilusión
que consiguen que aceptes
el paso del tiempo por tu cuerpo.
“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!”
con la descarnada claridad solar,
he contemplado ante el espejo
las arrugas de mi cara.
Estúpido ejercicio
puesto que por más que las he mirado
no se han marchado,
han venido con los años
para quedarse
y forman el mapa de mi tiempo.
Para consolarme de lo que no tiene remedio,
me he echado en brazos de Rubén Darío,
mi lenitivo para lesiones espirituales,
heridas del alma y fractura de sueños.
Es lo que tienen los poetas,
que igual serenan un mal de amores
que ningunean una desilusión
que consiguen que aceptes
el paso del tiempo por tu cuerpo.
“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!”
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Castiel
miércoles, 20 de noviembre de 2013
UN SALUDO
Perdona que no
te haya saludado, seguro que andaba despistada porque yo saludo, incluso, a los
desconocidos. Porque el saludo es un gesto sencillo pero gratificante, no
necesita contacto físico, apenas una torsión de las vértebras cervicales, un
giro del rostro, un movimiento de cejas, más brillo en la mirada, un leve frunce de labios y, es
optativo, una sonrisa.
El saludo
complace a quien lo recibe y no compromete a quien lo emite: Hola/buenos días/
hasta luego/ ¿qué tal?/ buenas tardes/ me alegro / que vaya bien / buenas
noches / Adiós

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Pandemónium
domingo, 10 de noviembre de 2013
Vive el instante
Carpe diem
vive el presente,
disfruta cada momento
de este maravilloso día
que se te ha concedido
como un regalo fastuoso.
Hoy es lo más importante de tu vida,
desecha sombríos pensamientos
y bendice cada latido de tu corazón,
cada inspiración de aire
y cada pisada firme.
Estás vivo
y esto es el regalo más preciado.
Tu vida es un tesoro.
Ni la casa, ni tu tablet,
ni el coche ni la moto,
ni ese bolso estupendo
ni esos vaqueros estilosos...
Tú eres tu y tu vida
y sólo cuenta lo que hagas con ella.
Estás vivo,
vívela.
vive el presente,
disfruta cada momento
de este maravilloso día
que se te ha concedido
como un regalo fastuoso.
Hoy es lo más importante de tu vida,
desecha sombríos pensamientos
y bendice cada latido de tu corazón,
cada inspiración de aire
y cada pisada firme.
Estás vivo
y esto es el regalo más preciado.
Tu vida es un tesoro.
Ni la casa, ni tu tablet,
ni el coche ni la moto,
ni ese bolso estupendo
ni esos vaqueros estilosos...
Tú eres tu y tu vida
y sólo cuenta lo que hagas con ella.
Estás vivo,
vívela.
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Pandemónium
lunes, 4 de noviembre de 2013
Por siempre jamás
Siempre recuerdo a mis
seres queridos
que ya no están conmigo,
recuerdo su rostro, sus
palabras
y sus gestos de cariño.
Permanecen en mi corazón
con una tierna caricia,
con una sonrisa triste
de nostalgia,
con una mirada de dolor
sosegado
y con evocación sempiterna
para que no caigan al
abismo del olvido,
para evitar que se
desintegren
en la trituradora de la
memoria,
para que no perezcan en
el remordimiento
que devora los bellos
momentos.
Me son muy queridos mis
muertos,
tanto como cuando vivían
conmigo
y no permito que me
abandonen
con el oleaje del
olvido.
Les recuerdo y les honro,
es mi homenaje de amor
porque con mi memoria siguen
vivos.
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Castiel
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