El mayor placer del verano
es reunir
a la familia
bajo el mismo techo.
Recorro la casa
en el silencio de la
madrugada
y escucho las respiraciones
tranquilas de mis hijos,
inmersos en la
placidez del sueño.
Y regreso a su infancia…
y los
recuerdos se me amontonan
como granos de arena,
saltan alegres como las olas,
embisten mi corazón como una marejada.
Vuelvo a pedir a Dios,
como siempre,
como cada día,
que les guarde en salud y felicidad.
Amén.
5 comentarios:
La felicidad de nuestros hijos es nuestra propia felicidad, ellos son el mejor regalo que nos da la vida.
Un abrazo.
Un abrazo teresa, me gusta tu blog!!
Un escrito muy real, los hijos son lo más grande que tenemos junto a los nietos y es en verdad una gran satisfacción cuando vienen a visitarnos.Besicos
Siempre buscamos la seguridad de los que amamos y nos produce alegría saber que están junto a nosotros.Precioso poema-oración.
Un abrazo
La familia es la felicidad de unas vacaciones, de un rato inesperado. Cuánto vale un coloquio, con la familia que no veíamos. Saltan como liebres los recuerdos gratos. Un abrazo. Carlos
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