Quiero
eternizar este íntimo instante,
cuando acaricio el libro
entre mis dedos,
entre mis dedos,
cuando siento el gemido de la página
al ser abandonada por la siguiente,
cuando los personajes de tinta
gritan, lloran, se abrazan,
gritan, lloran, se abrazan,
se despiden y se encuentran
en el paisaje neutral y
paralelo
de los renglones que surcan
los párrafos como un tren
con destino a la
palabra FIN.
Es
tanto el placer
que me concede la lectura…
que me concede la lectura…